Bleichmar, Silvia. Violencia social, violencia escolar
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Bleichmar, Silvia. Violencia social, violencia escolar
Bleichmar, Silvia. Violencia social, violencia escolar: de la puesta de límites a la
construcción de legalidades. Buenos Aires: Noveduc, 2008.
construcción de legalidades. Buenos Aires: Noveduc, 2008.
Re: Bleichmar, Silvia. Violencia social, violencia escolar
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Bleichmar, Silvia. Violencia social, violencia escolar: de la puesta de límites a la
construcción de legalidades. Buenos Aires: Noveduc, 2008.
Ficha bibliográfica
Subjetividad en riesgo:
herramientas para su rescate
Reciudadanizar al sujeto
El objetivo de esta conferencia es ayudar a la producción de herramientas para
analizar la realidad actual y generar propuestas capaces de establecer un proyecto de
inclusión que pueda enfrentar los efectos devastadores que ésta ha producido sobre la
subjetividad. Para ella la autora considera necesario establecer una diferencia entre los
conceptos de "inclusión" e "incorporación", ya que las acciones no deben reducirse a la
incorporación de los jóvenes a la vida pública, sino también a su reinclusión.
Reinclusión implica -además de permanencia- la reciudadanización de los chicos y de
los sectores de los cuales ellos forman parte, es decir, los padres o aquellas personas que
los tienen bajo su cuidado.
En la actualidad, los nuevos modelos de reordenamiento de socialización de los
chicos no pasan solamente por la familia sino también por la forma en que la sociedad
civil reabsorbe los restos del despedazamiento que se ha padecido durante estos
últimos años.
Uno de los ejes para trabajar esto es la idea de lo traumático y qué lugar debe
dársele. Mediante la idea de traumatismo se hace referencia a la insuficiencia de las
herramientas para resimbolizar la realidad, o para poder producir, de alguna manera,
representaciones capaces de capturar la realidad cuando la subjetividad se ve
amenazada por la ruptura de significaciones previas que permitían su aprehensión.
Los modos del sufrimiento que nos aquejan
La primera cuestión consiste en repensar los tiempos que le tocan vivir a los
sujetos, los modos de sufrimiento, y los niveles de estrago por los que han pasado en
Argentina en estos años, para incluir nuevas herramientas que permitan enfrentar los
efectos devastadores que se vienen produciendo.
Richard Sennet, desarrolla la expresión "fatiga de la compasión" para dar cuenta
de una suerte de acostumbramiento al horror, que hace que un sujeto pierda capacidad
de respuesta ante el sufrimiento que presencia en otros seres humanos. Esto es algo que
ha ido ganando la vida cotidiana en la Argentina.
Las nuevas formas de subjetividad
El segundo punto que se aborda son las nuevas formas de subjetividad y las nuevas
formas de enlace -amoroso o de odio al semejante. ¿Qué significa esto? Que ha habido
cambios en los procesos de subjetivación y que esto acarrea nuevos modos de conducta,
en particular modos brutales de relación entre los chicos que antes sólo tenían lugar
como productos fantaseados o como deseos reprimidos, Por dar sólo algunos ejemplos:
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el hecho de que alguien lastime a un compañero, que alguien golpee a un profesor, que
un chico mate a sus compañeros (como en Carmen de Patagones), o nuevos modos
generales de la violencia que se manifiestan bajo formas despiadadas, incluso en la
realización de acciones delictivas; nuevas formas que dan cuenta de que estas acciones
no están sólo guiadas por la miseria material de quienes las ejercen, sino por el
resentimiento y el odio que han generado las frustraciones y promesas incumplidas que
sufrieron.
Por el otro lado, los nuevos métodos de enlace, en este caso ligador y no
destructivo, deben contemplar las formas diferentes con las cuales se establecen los
nexos de ensamblaje que reemplazan a las antiguas formas familiares, tradicionales, de
agrupamiento.. Hay hoy una enorme cantidad de niños que viven sólo con la madre o
sólo con el padre, con abuelos o con quienes se pueden hacer cargo de ellos. Por lo
tanto, el problema es recomponer el concepto con el que se articula la noción de
familia.
En razón de esto se debe comenzar a pensar que hay una enorme cantidad de
niños que no provienen ya de familias desintegradas, sino de nuevas formas de
agrupamiento, de las cuales se deben rescatar la función que cumplen y ayudarlas a
ejercer del mejor modo sus tareas. Familias con nuevas formas de organización,
familias integradas por grupos diferentes; rompiendo así con los viejos criterios de
familia integrada o desintegrada, que remiten a la forma clásicamente acuñada y se
tornan insuficientes ya de todos los ángulos para comprender la realidad.
Identidades en tránsito, familias en tránsito
En la sociedad argentina, es evidente que los procesos de pauperización han
producido también nuevos modos de ensamblaje. En los años cincuenta, los pobres se
casaban; hoy hay pobres pauperizados con carácter de marginación que forman familias
pasajeras. Así como hay identidades en tránsito, hay familias en tránsito. Entonces hay
gente que durante cierta época de la vida logra armar un núcleo que le permite
sostenerse, o niños que son sostenidos en ciertos núcleos, estos núcleos luego se
desarticulan y se arman otros, o no. Teniendo esto en cuenta, es preciso redefinir si un
niño tiene familia o no sobre la base de otros términos. Y es necesario para ello
recuperar el término de "filiación" que la antropología acuñó. Una familia no la
constituye una pareja estable -cuya relación sería de alianza-, sino que la constituyen dos
generaciones con cierta estabilidad en el ejercicio de sus funciones. Esto quiere decir
que, en la medida en que haya un adulto capaz de cuidar a un niño, y un niño capaz de
ser cuidado por un adulto, hay una familia. Así, familia significa alguien que respalde y
alguien que se siente respaldado; no en el sentido de la pareja, sino con una convicción
de asimetrías y responsabilidades. Es decir, que se estructuren los roles de tal manera
que permitan que aquel que respalda sea quien se siente responsable de la supervivencia
y desarrollo simbólico, de la evitación del sufrimiento del respaldado.
Inteligencia y cuidado de la vida
El tercer punto que se abordara tiene que ver con la relación entre inteligencia y
cuidado de la vida. Los modos de protección de la vida son modos que no están en
continuidad con la naturaleza, sino que toman a su cargo a la naturaleza. Los seres
humanos nacen sin montantes biológicos capaces de conservarlos con vida, algo que
desde el punto de vista neurológico se llama "fetalización", o que ha recibido el nombre
de "indefensión", y que ocurre tanto en la cría humana como en las de otras especies
animales.
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Esto pone de relieve que la única manera de aprender a preservar la vida se
sostiene en la antecedencia del saber del adulto sobre el saber del niño, lo cual es la
condición misma de la supervivencia inicial. El aprendizaje de la vida se produce, en
principio, por transmisión de otro humano. La información genética es absolutamente
insuficiente e incorrecta para la vida humana; es decir, es correcta para la vida animal
del ser humano, pero no para la vida humana del ser humano.
La humanización es perturbación de la función: no solamente es comer, sino
comer dentro de ciertas condiciones; no solamente es dormir, sino dormir dentro de
ciertas condiciones. Por eso el objeto transicional, la sabanita, la camita, el llanto
cuando se cambia a un bebé de lugar, todo lo que indica que la función está perturbada
es propio de lo humano. Esto, que parece una perturbación, es en realidad el origen de
la vida simbólica. Un ser humano que no tiene esas perturbaciones está reducido a la
animalidad. Es precisamente esta perturbación la que abre todas las vías de la vida
social.
Lo interesante del ser humano es que el sentido de la vida no está en la biología,
sino en el otro que considera que tiene enfrente a un ser humano. Los seres humanos
antropomorfizamos algo que, siendo del orden de la naturaleza, mediante y por esa
antropomorfización es introducido en el orden de la humanización; esto es lo que hacen
las madres con los bebes y lo que permite que se empiecen a establecer representaciones
que no son puro reflejo de la realidad. Lo que caracteriza a la inteligencia humana no es
la capacidad de manipular objetos, como le pasa a la inteligencia animal. El ser humano
no sólo manipula códigos, sino que los crea; no sólo manipula objetos, sino que los
crea, aun cuando no tengan ninguna viabilidad en lo real, sino como objetos que, siendo
producto de la imaginación, al ser transmitidos forman parte de esa realidad tan particular que constituye la cultura.
Esta explicación sirve a los efectos de plantear que el ser humano no solamente
tiene una inteligencia capaz de manipular lo real, sino de producir nuevas realidades.
Por lo tanto la inteligencia se construye en una antecedencia del otro. Y no se constituye
para que el ser humano pueda simplemente mantenerse con vida, sino para que esa vida
tenga un sentido.
Esto lleva al tema de la vida y su defensa. Es necesario, para sentir que se vive,
poder decir que alguien lo amó, ya sea Dios o alguna persona -la mamá, el papá, el tío,
alguien-. Esto conlleva la cuestión de que el sentido de la vida no está en su totalidad,
sino en la posibilidad de pergeñar algún tipo de pasado y de futuro, se va constituyendo
en su sentido y va variando de sentido. Pero lo fundamental es que la vida humana no
es pura inmediatez ni permanencia cotidiana, es posibilidad de proyectar un futuro. Esta
es la diferencia, entre "tiempo por delante" y "futuro". Y el problema es que existen hoy
generaciones enteras que tienen "tiempo", pero no "futuro".
El cuidado de la vida no puede estar exento del sentido de la vida
¿Cómo se le plantea a alguien el cuidado de la vida sin retransmitirle un sentido
de la vida y sin replantearle un futuro?
Decirle a un ser humano que tiene que estudiar porque está trabajando para tener
trabajo es contradictorio con darle un sentido a la vida. Porque lo que se le está diciendo
es que su vida sólo vale para ser conservada en sí misma, y no para producir algo
diferente. Si a un ser humano se le dice que lo único que importa de todo lo que está
haciendo ahora es prepararse para seguir viviendo, se le esta hablando a un esclavo y no
a un ser humano. Los seres humanos tienen que sentir que lo que hacen tiene algún
sentido que excede a la autoconservación.
No se le puede plantear a un ser humano que el sentido de su vida está en ganarse
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la subsistencia, porque eso no es el sentido de ninguna vida. El sentido de conservar su
vida es para producir un país distinto en donde puedan recuperar los sueños. Y la
escuela es un lugar de recuperación de sueños, no solamente de autoconservación.
De la desubjetivación a la re-subjetivación
Dos conceptos son preocupantes y son los de desubjetivación y de resubjetivación.
En la actualidad en la Argentina hay identidades transitorias: es decir, que la gente es
durante un tiempo algo y después deja de serlo. Es sociólogo durante un tiempo y
después taxista. Hay una suerte de reconversión de identidades; por eso hay procesos de
re-subjetivación espontáneos.
La escuela es un lugar indudable de inclusión y re-subjetivación. Subjetivación
quiere decir formación del sujeto. Quiere decir herramientas, no para la producción,
sino para la socialización.
La pregunta es: ¿qué tipo de sujeto se quiere formar, para qué tipo de país, en los
próximos años?
De algún modo, los planes educativos actuales no dejan lugar para la fantasía, para
el vagabundeo psíquico creativo. Cuando se propone "este año hay que cumplir tantos
objetivos", no se tiene en cuenta la diferencia entre producción de conocimientos -que
siempre requiere imaginación creativa- y atiborramiento de información. Mientras, los
padres se mueren, los chicos se drogan, toman alcohol. Por eso se esta redefiniendo qué
lugar se le va a dar al proceso de re-subjetivación en la formación escolar.
Pero lo importante es que, en la escuela pública, el otro sigue siendo alguien por
quien preocuparse, y por eso sucede que los maestros pasan a la desesperación. Claro
que, cuando aparece la abulia, el aburrimiento, la falta de ganas de ir a trabajar, el
exceso de uso de faltas..., eso ya no es solamente un problema de incumplimiento de
legalidades, sino de falta de creencia en la perspectiva de la tarea que se está realizando.
De manera que la idea no es solamente debatir con los alumnos y con los docentes
este proceso, sino también que cada uno encuentre un lugar en el cual repensarse en el
sentido de su propia tarea, que es, en última instancia, el único sentido que tiene la
propia vida.
¿Qué quiere decir “un sujeto”?
En primer lugar, un sujeto es alguien que conoce, pero además alguien consciente
de su propia existencia. El ser humano es el único que se pregunta por su propia vida y
por el sentido de su vida. La reducción del sujeto a su vida biológica es de alguna
manera el despojo no solamente del trabajo, o de la identidad, sino de la subjetividad,
de poder producir algún sentido para la vida.
A partir de esto, el sujeto conoce que está ante el mundo y se plantea enigmas.
Conocer no quiere decir tener información, sino quiere decir producir hipótesis.
Acá entra una cuestión importante: en la Argentina nadie sabe ya cómo manejar tanta
información. La formación escolar tiende a un exceso de información que en realidad
obstaculiza la posibilidad de producción de conocimientos. Esto se relaciona con ese
temor de padres y también de maestros de que los niños se caigan de la cadena
productiva. Con lo cual, se esta repensando el sentido de la educación en el marco de
esta subjetivación.
Lo normal no es necesariamente lo saludable
Lo normal hoy no es lo saludable. Algo que caracteriza a los jóvenes en la
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actualidad es que, en la medida en que hay un déficit en la posibilidad de constituirse
como sujetos de futuro, los captura la inmediatez. Y nuestra sociedad ha producido una
diferencia entre felicidad y placer obtenido. La mayoría de la gente se atiene a goces
más básicos y no tiene capacidad de felicidad. Ni siquiera los que tienen recursos,
porque la felicidad es otra cosa: es una sensación de confort con uno mismo que incluye
también al otro, que implica un proyecto y que implica cierto nivel de trascendencia.
Según Bleichmar no se puede buscar el sentido de la vida en la muerte. Hay que
establecer una diferencia: cuando se busca el sentido de la vida en la muerte es porque
se busca la trascendencia; un soldado que va a la guerra siente que trasciende a través de
su propia muerte; una persona que dona su vida a una causa noble se siente
trascendiendo; una persona que se rehusa a vivir siendo quien no es, busca conservar su
propia identidad. Por ejemplo, hay gente que ha elegido morir para no traicionar, y así
ha elegido la autopreservación de la identidad contra la autoconservación biológica.
Volviendo al concepto de sentido, no hay que confundir la pérdida del deseo de
vivir con la búsqueda del sentido a través de la muerte. (Hay casos en que esto sucede,
como en prisioneros de campos de concentración, donde el suicidio era la única manera
extrema de negarse a la voluntad destructiva del otro, pero son situaciones extremas.)
Cuando alguien se mata en una ruta, no está buscando la muerte, sino llegar rápido, y
cuida poco la vida. Uno de los prejuicios que ha quedado es la idea de una suerte de
intencionalidad inconciente, donde alguien busca siempre su destrucción. Esto no es
cierto: los chicos que fueron a Cromañón no buscaban su destrucción, pero indudablemente no tenían herramientas suficientes para defender su vida, y no creían en la
posibilidad de hacerlo, por eso aceptaron las condiciones infames en que se produjo el
recital -sin descuidar el hecho de que los jóvenes pueden, perfectamente, sostener la
creencia de que es el otro el que tiene la obligación de preservar su vida, incluyendo en
esta obligación a las autoridades y organizadores-.
Por eso es tan importante recomponer la noción de futuro para que la vida tenga
sentido, y no confundir formas de no preservación de la vida con búsqueda de la muerte,
que son muy diferentes. Es importante no estigmatizar a los chicos diciendo que se
quieren matar; se les puede decir que muchas veces parecería que no saben que su vida
es valiosa para alguien, y entonces la cuidan poco.
Es necesario recomponer lazos de solidaridad
La ruptura de lazos solidarios en la Argentina es algo que está atravesando a todo el
mundo, que forma parte de la desubjetivación. La ruptura de los lazos solidarios, hace
referencia a que sólo se da lo que sobra. La solidaridad no es solamente dar lo que a
uno le sobra: la solidaridad es poder privarse de algo de uno mismo, y no solamente
dinero u objetos, sino también tiempo y capacidad de escucha. Se ha perdido esa idea en
la Argentina y se ha confundido solidaridad con caridad. Hay que recomponer el
concepto de solidaridad.
Finalmente es necesario saber que, cuando un niño hace una pregunta que no se
puede responder, se debe elaborar una respuesta que sea tan auténtica como respetuosa:
No se debe responder cuando no se tiene las palabras, ni huir porque no se tiene las
palabras. Es preciso demostrarle al otro que hay posibilidades de mora en la
representación de algo, y en ese caso hay que enseñarle al otro la posibilidad de pensar.
Enseñarle que uno no tiene todas las respuestas, sino que las construye a partir de los
nuevos modos que la realidad le trae, y proponerle no sólo respuestas, sino un verdadero
modelo de pensar los interrogantes.
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La protección de los niños y jóvenes
Sexualidad y puntuación
Resumen:
La protección de niños y jóvenes. Sexualidad y pautación.
(Conferencia) La expositora parte de reconocer que en Argentina
existe una tendencia a concebir el ejercicio de la asimetría como el
ejercicio del poder en forma autoritaria o despótica. Considera que
es preciso volver a la asimetría en el sentido estricto del término
que implica responsabilidad y cuidado de padres, instituciones,
directivos, gobernantes con respecto a los niños y jóvenes.
Fundamentalmente esta asimetría debería orientarse a cuestiones
referidas a la transmisión de conocimiento y a la pautación.
Analiza la imposibilidad o las dificultades que tienen los niños y
adolescentes para procesar el exceso de información y de
demostración de la sexualidad que reciben de los medios en
general y de la TV en particular. Profundiza en torno a las
consecuencias que esto genera tales como: la desconstrucción de
la noción de semejante, la ruptura de los enlaces o vínculos con
los otros, la formación o profundización de patologías entre otras.
Plantea que una de las cuestiones a enfrentar es cómo resolver
esta problemática y la pautación a asumir. Al respecto Bleichmar
invita a ayudar a niños y jóvenes a recomponer su
reciudadanización, es decir su condición de seres subjetivados en
el interior de una sociedad que los reconozca.
La asimetría es una cuestión de responsabilidad
La cuestión de la asimetría preocupa no solamente en relación con los jóvenes, se
está planteando como preocupación en todos los modelos. Cómo no ejercer el
autoritarismo y al mismo tiempo no generar una simetría en la cual quienes tienen que
ser responsables no se hacen responsables, como si hubiera un temor de que al ejercer la
asimetría se ejercieran modelos autoritarios, cuando la asimetría lo que implica son
formas de responsabilidad y no formas de autoridad.
En última instancia, la asimetría se basa en funciones y no en el poder de quien la
ejerce. Es preciso salir de la idea de que la asimetría está determinada por el poder y no
por las funciones. Al menos en las prácticas más cotidianas. Y tratar de que se vaya
instalando esto en toda la sociedad argentina como criterio. Que el problema es la
responsabilidad, en particular de los padres, de las instituciones, de los directivos, de los
gobernantes y no el poder que se ejerza, porque poder y responsabilidad pueden ser
absolutamente opuestos. Ya se sabe que el poder puede ser utilizado para
desresponsabilizarse. En última instancia, se conoce el caso de que el autoritarismo más
brutal ha sido ejercido a veces por padres que no pueden desempeñar sus funcione de
responsabilidad y de cuidado de la cría. O que ejercen de manera despótica, tiránica,
no la paternidad, sino el poder en el interior de los grupos en los que participan -al decir
grupos la autora se refiere a familias, con las formas que puedan presentar-, pero en los
cuales es característica la imposibilidad de estructurar legalidades en las cuales se
incluyan adultos y niños, ya que esta supuesta legalidad está determinada
fundamentalmente por la arbitrariedad.
Hay que volver a la asimetría en el sentido estricto del término, que implica
responsabilidades. En la Argentina, a partir de los modos en los que se ejerció el poder
despótico durante muchos años, hay una cierta desvalorización de la asimetría. Este es
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un tema central en la transmisión de conocimientos y en la pautación.
La asimetría también se tiene que sostener en una diferencia de saber, no de
poder. Y uno de los problemas que se han visto es que muchas de las cuestiones que se
plantean los muchachos o las chicas -los adolescentes- no tienen respuesta porque los
adultos mismos se sienten a veces desconcertados y perciben que las herramientas que
traen generacionalmente para enfrentar los nuevos fenómenos son herramientas
insuficientes desde todo punto de vista. Desde el punto de vista de las nuevas
tecnologías y los nuevos conocimientos que se han desplegado, y desde el punto de
vista de las nuevas formas de las relaciones sociales.
La cuestión central no radica en la falta de información, sino en la dificultad para
procesarla
La autora decide tratar algunos problemas relativos a la sexualidad infantil y
adolescente. Al decir "problemas" se refiere a algo que se plantea no como del orden de
lo capturable, de lo resoluble, sino del orden del conflicto permanente en el interior de
la sociedad. Por un lado, la problemática ha variado. La cuestión central, no radica en la
falta de información, sino en la imposibilidad de procesarla.
Silvia Bleichmar cita el ejemplo de un niño de siete años, que le explicó
largamente cómo era un coito, con todos sus detalles. Cuando terminó, le dijo: "¿Vos
sabes que así se hacen los chicos?" Y el respondió: "¡No me digas!, ésa es la que no me
sabía". Nunca había juntado procreación o reproducción y sexualidad. La sexualidad
que él veía por televisión estaba -o la información que manejaba, o los elementos que
circulaban- al margen de la cuestión reproductora. Con lo cual, de alguna manera, se
estaba planteando ahí algo muy interesante, que es la disociación entre reproducción y
sexualidad que atañe hoy al conjunto de la sociedad, en la medida en que se está frente a
un salto tecnológico donde se puede evitar la concepción por un lado, y por otra parte se
puede engendrar sin tener relaciones sexuales -esto aparece también en las formas de
representación que tienen los niños y los adolescentes-. De manera que una de las
cuestiones que se deben enfrentar es cómo y de qué forma enfrentar este conflicto entre
la libertad sexual de los adolescentes y cierta pautación que, en nuestra sociedad,
parecería conducir a situaciones que son de promiscuidad, de maltrato y de automaltrato, de descuido consigo mismos.
La sexualidad humana tiene poco que ver con la sexualidad animal
La primera cuestión que está clara es que la sexualidad humana tiene poco que ver
con la sexualidad animal. Es una sexualidad que no se rige por ciclos, como la
sexualidad animal; que no se rige por instintos, y que, en todo caso, cuando se produce
el desarrollo de la sexualidad puberal, ya está todo el terreno ocupado por fantasías que
se vienen gestando desde hace muchos años.
En el momento en que se desata lo que se podría llamar el instinto, desde el punto
de vista biológico, cuando los chicos tienen diez, once, doce años, ya en ese momento
la cabeza está totalmente atravesada por representaciones a las cuales el niño ha sido
lanzado prematuramente, por el hecho de vivir en la cultura. En particular hoy se
dispone de una cultura donde la información circula muy velozmente.
En la actualidad hay una antecedencia del conocimiento en los niños con respecto
a sus posibilidad des de ejercicio de la sexualidad. Esto produce problemas muy serios.
Problemas muy serios quiere decir que una enorme cantidad de niños está recibiendo
información para la cual no están preparados simbólicamente.
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El exceso de exhibición lanza a los niños hacia tareas que no pueden enfrentar
El exceso de mostración que ofrece la televisión produce niveles de cortocircuito
muy altos en los niños, porque los somete a enigmas permanentes. Se trata de
“enigmas” en el sentido de que los somete a situaciones que no son resolubles desde el
punto de vista de las representaciones con que cuentan.
El hecho de que la familia entera se reúna ante un programa que parece inocente,
donde lo que se muestra es cómo los fuertes se ríen de los débiles o los someten a
bromas pesadas, es algo brutal; porque se sabe que, salvo excepciones honrosas, uno de
los problemas más serios que tiene en este momento la sociedad argentina es que la
producción de subjetividad ha quedado en manos de los medios y no de las instituciones escolares. Esto significa que quienes moldean a los sujetos que se van a incluir en
la sociedad son, en gran parte, los medios, y en particular la televisión, que ofrece los
modelos, los paradigmas, los iconos sobre los cuales se producen las identificaciones.
Gran parte de los niños lo que reciben como modelo de constitución de la
subjetividad son los modelos del egoísmo, los modelos de que lo "canchero" consiste en
burlarse del débil y no hacerse cargo solidariamente. Un ejemplo de lo expuesto lo
constituyen ciertas propagandas. Es muy interesante cómo en la publicidad se está
planteando más que la venta del producto, un modelo para pensar.
Por otra parte están todas estas escenas donde, fundamentalmente en la ingesta, lo
que aparece es el egoísmo. Habrán visto la del sapo que está en la panza y que agradece
que el chico no convide, tomando aquella frase de "el que come y no convida tiene un
sapo en la barriga". Bueno, el sapo esta encantado de estar en la barriga recibiendo el
chocolate. Con lo cual, se puede decir, entonces, que a lo que se asiste no es solamente
a un proceso de exceso de mostración de la sexualidad, sino también de
desconstrucción de los lazos hacia el otro.
En la sexualidad la relación es con un otro que no es sólo un cuerpo
Si hay algo que refleja la televisión, más que el problema de la sexualidad -que por
supuesto es excesivo y brutal y arma un lío espantoso en la cabeza de los chicos-, es el
tema central del anonimato y de los treinta minutos de fama, y la perdida de referencia
al otro, como otro. Y uno de los problemas del ejercicio actual de la sexualidad es si
está ligada o no está ligada en la relación a un otro concebido como un otro subjetivado.
No importa que sea para toda la vida, no importa que sea con el novio o con un amigo.
La autora está hablando de si hay reconocimiento de que, en la sexualidad, el
cuerpo está en relación con otro que, además de ser un cuerpo, es otro, otro provisto de
subjetividad, otro subjetivado, considerado como un sujeto y no sólo como un objeto de
goce. Lo que le preocupa de los modos de la promiscuidad que emergen es no que sean
sólo los que conducen a un problema "moral", sino ético, que radica en la devastación
que se pone de manifiesto con respecto al enlace al semejante. Vale decir que esto se
puede expresar de múltiples maneras. El otro puede ser simplemente un medio para mí
y no otro, y es en función de ello que se ve obligada a redefinir la perversión como el
ejercicio del goce sobre el cuerpo del otro desubjetivado.
Esto por supuesto plantea que la perversión se puede dar en el interior de una
relación heterosexual o de una homosexual; y ni hablar de que el abuso es el modelo
mismo de la perversión, en la medida en que el abuso es la apropiación del cuerpo del
niño como lugar de goce del adulto, sin tener en cuenta el nivel de daño que se ejerce
sobre aquel en el cual se está produciendo la acción.
La impreparación del niño para la sexualidad genital
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El problema del abuso infantil es que, biológicamente y representacionalmente, el
niño no está preparado para la sexualidad genital. Es decir: el niño no puede encontrar
los modos de resolución de descarga que tiene la sexualidad genital del adulto. Por eso
el niño se pone hiperkinético, se desorganiza, pierde posibilidad de resolución, porque
en el adulto el encuentro sexual es siempre aliviante si es logrado. En el niño no hay
posibilidad de que el encuentro sexual sea aliviante, sobre todo antes de que se hayan
desatado las posibilidades correspondientes del desarrollo biológico. El problema
central hoy está dado, no por la relación sexual al otro, sino por el marco en el cual esta
relación se instituye.
No es el caso de los adolescentes, de los cuales se sabe que, si se está ante una
pareja de adolescentes que tienen una relación de afecto y de respeto, y mantienen
relaciones, el nivel de cuidado que se debe tener remite a que no hagan cosas que los
puedan poner en riesgo, dañarlos. Pero sí se enfrentan a situaciones de maltrato mutuo y
de pérdida del enlace subjetivo al otro, se tiene un problema que está más allá del problema de la sexualidad, aunque se exprese en ésta, en razón de que emplea, hace uso del
cuerpo del otro al margen del sujeto que lo sostiene.
Por ejemplo, se habla mucho hoy sobre si los encuentros de los púberes o de los
adolescentes, en lugares en donde se tocan y donde tienen relaciones ocasionales, es un
equivalente al juego sexual infantil. Claramente no lo es. En primer lugar, el juego
sexual infantil se caracteriza porque no es genital. Los niños juegan a mostrarse o
juegan a tocarse, pero lo que hacen es un remedo de la relación del adulto. De modo tal
que, cuando se trata de juegos sexuales que implican genitalidad, se está ante niños que
no están haciendo juegos sexuales. Ni hablar si hay un niño más grande con un niño
más pequeño; ahí se está hablando de situaciones de abuso. Este es un tema
importantísimo hoy. Porque el abuso se puede producir en el interior de una misma
generación cuando lo que está en juego es una asimetría de poder, sea físico o
intelectual. Vale decir que se pueden ver en los colegios situaciones de abuso entre los
niños de los últimos grados de primaria y los niños de secundaria.
Lo que caracteriza al abuso, fundamentalmente, es que implica la humillación y el
escarnio de quien lo sufre. Esto es lo que marca la diferencia entre el consenso y el
abuso, si bien, en el problema del consenso, se abre otra cuestión que es si la asimetría
de poder de alguien no implica al mismo tiempo una convocatoria a la cual es difícil
sustraerse, aunque no se tenga el riesgo que se tiene cuando hay un poder real.
En el 1500, después del Concilio de Trento, frente a una serie de acusaciones de
corrupción en la Iglesia, se dictó un decreto papal que fue contra el pecado de
solicitación. ¿Qué es el pecado de solicitación? Hasta ese momento, algunos sacerdotes,
a las mujeres en el momento de la confesión, cuando estaban hablando de sus fantasías,
las solicitaban para actos sexuales. Eso se llamó "pecado de solicitación". Lo que
planteaba era que las víctimas estaban en una condición de minusvalía con respecto al
victimario que las solicitaba. Y, por otra parte, ponía de relieve que el hablar de la
sexualidad puede constituir una forma de excitación.
La comunicación con el otro y la búsqueda de respuestas
Una de las cuestiones que aborda la autora es cómo se debe hablar de ciertos
temas y cómo el hablar de ciertos temas convoca, de alguna manera, una cierta
fraternización con los chicos, en el sentido de que, si se habla su mismo lenguaje, se
logra llegar al otro. En primer lugar, no es verdad que uno se acerca al otro porque
hable su mismo lenguaje. Uno se acerca al otro porque entiende lo que el otro le está
planteando. No pasa por la forma en que uno lo diga, pasa por la forma en que uno lo
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entiende. Pasa por el sentido que se le da. Muchas veces, el déficit del leguaje está
dado por la imposibilidad de entender lo que el otro está formulando y no por la
diferencia generacional de lenguaje.
Se ve a gente hablar con el lenguaje de los adolescentes y en realidad no
comunicarse. Es una pseudo-comunicación. El problema está en si uno es capaz de
recibir el mensaje que el otro está trayendo. Se sabe que el comienzo de la
comunicación está en el llanto. El niño llora, pero no llora para llamar a nadie, sino que
llora porque es una forma, con la cual se manifiesta el displacer en la cría humana. No
está llamando a nadie, al menos en los comienzos de la vida. Simplemente, frente a algo
que le produce dolor, llora. Ante esto viene el otro, el adulto, la madre, quien fuera, y
responde. A partir de ese momento, el llanto se convierte en comunicación. Es la
posibilidad de que la acción de uno despierte una respuesta en el otro lo que genera la
comunicación.
Uno de los problemas serios que se percibe en este momento es que hay toda una
tendencia en un sector de la pedagogía americana, de dejar al niño llorar y no responder
y no levantarlo. Lo cual en realidad lo que hace es anular los mensajes. Anula la
posibilidad de interacción, anula la posibilidad de comunicación. En una filmación
presentada por un colega neurólogo, aparecía un bebé llorando y la mamá no lo miraba.
Durante los primeros minutos lloraba más fuerte y después de un rato, empezó a mirarla
mientras gritaba y, como ella no respondía, dejó de llorar, y de mirar. Lo que se estaba
tratando de comprobar era la función comunicacional del llanto y cómo se genera el
repliegue del sujeto.
Esto se observa también en la protesta. Si la protesta no recibe respuesta, se agota.
SÍ recibe represión, se incrementa. Por supuesto produce miedo, pero genera una
sensación de que el otro, aunque sea violentamente, esta oyendo lo que uno dice. La
protesta, cuando no recibe ningún tipo de respuesta, es vivida como desconocimiento y
descalificación. Esto es algo que apareció muy claramente en la gente que ha escrito
sobre el tema de los campos de concentración. La comunicación se establece a partir de
que uno siente que su acción determina algo en el otro. Si la acción de uno no determina
nada en el otro, lo que se produce es una desesperanza muy intensa y una sensación de
que uno ha dejado de ser humano para el otro. Se lo puede ver muy bien en algunas
patologías infantiles graves de niños, donde el problema no es que no se los cuide, sino
que no se les responde.
No enfrentamos una crisis, sino los efectos de un proceso de desmantelamiento
nacional
La noción de crisis implica crisis y salida. La autora se refiere al caso particular de
la Argentina y expresa que padece los efectos de un proceso de desmantelamiento
nacional. Y en la medida en que se padecen los efectos de un proceso de
desmantelamiento nacional, hay que recomponer todo. Hay que recomponer la subjetividad, hay que recomponer la identidad nacional, hay que recomponer la relación al
semejante, hay que recomponer la cultura del trabajo, y hay que recomponer la cultura
de estudio. Silvia Bleichmar explica por qué es problemático lo de los programas de
treinta minutos de fama. Es un modo más de destruir la cultura del estudio y del trabajo.
Genera la ilusión de que la única inserción posible está dada por ese fugaz momento en
el que uno accede a ser visto.
Porque el problema en la sociedad actual es que somos poco vistos por el otro.
Con lo cual, para poder ser vistos, hay que ocupar ese lugar. En segundo término,
suponiendo que alguien lo haya logrado, que un chico logre los treinta minutos de
fama, el resto de su vida va a ser "el que estuvo ese día con Tinelli".' Allí hay una
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coagulación de identidad falsa, alienada, producida alrededor de esto que tiene que ver
con que el sujeto queda cristalizado en el presente y no tendido hacia el futuro.
Imaginen la gravedad que tiene en un niño o en un adolescente. Con lo cual se asiste
permanentemente a formas de arrasamiento sobre las cuales se tendría que abrir debate.
Los límites para la protección de los niños y jóvenes
Hay que dejar a un lado varios prejuicios. Por ejemplo, la idea de que las chicas se
embarazan porque no se cuidan. No es verdad. Gran parte de las adolescentes
marginales se embarazan porque lo único que pueden tener propio es un niño, y porque
quieren darle a alguien lo que ellas mismas no tienen. Es como si el sentimiento de
orfandad se paliara en la fantasía de un bebe. Se está ante una cuestión que radica en el
sentimiento de orfandad y no en la sexualidad.
No se sabe cuál es el límite de la protección en la sociedad actual. Si se hablara de
los límites de esa protección, se tendría que encerrar a los chicos. Y así y todo, no se
estaría seguro de que no pudiera entrar alguien a hacerles daño. La sociedad se
paranoiza totalmente, generando permanentemente modos de protección que hacen
recordar a la época de la guerra fría, cuando se hacían refugios nucleares. Había gente
que creía que podría sobrevivir en un refugio nuclear, cuando, si llegaba a haber una
guerra atómica, no quedaba adonde salir por cien años. Uno iba a morir adentro del
refugio nuclear.
Volviendo entonces a la cuestión de la sexualidad, el problema no está en la
información que se brinda -solamente en algunos casos hay que dar información o
preservarlos-, sino ayudarlos a procesar nociones de relación con el otro que implique la
posibilidad de la permanencia de los enlaces. Hoy hay una enorme cantidad de chicos
que no se plantea formar parejas a largo plazo. Pero no se plantea formar parejas a largo
plazo porque no hay nada a largo plazo. No hay trabajo a largo plazo, no hay geografía
a largo plazo.
También hay cantidades permanentes de migraciones; son las de los trabajadores
golondrinas intelectuales del país. Arquitectos, ingenieros, abogados, médicos que se
desplazan. Economistas que forman parte de compañías que los mandan hoy acá y
mañana allá. Con lo cual hay una verdadera deconstrucción de los enlaces que lleva
cada vez más a que los seres humanos se sientan poco relacionados con el otro. Por eso,
una de las cuestiones interesantes de todo esto es si se va a poder trabajar con la idea de
que mientras se permanece en un lugar se tiene que establecer vínculos, duren lo que
duren esos vínculos. Se trata de la posibilidad de que no se produzca un incremento de
la patología que en este momento tiende al aislamiento y a la ruptura del enlace con el
semejante.
Afortunadamente, la escuela todavía es un lugar de bastante permanencia, dentro
de ciertas circunstancias. Pero hay sectores, entre los sectores más castigados de la
sociedad, que no tienen mucha garantía de cuánto tiempo van a permanecer en cada
lugar en el que están. Incluida la escuela. No saben cuánto van a permanecer, no saben
si van a perdurar, no saben si van a lograr cierta estabilidad. Esto lleva a todo lo que se
conoce como agravamiento de patologías de todo tipo, desde alcohol y droga hasta el
incremento de la patología sexual. Y con patología sexual se alude a las consecuencias
de la promiscuidad: aumento del sida y aumento del aborto. Aumento del aborto hace
referencia a las condiciones con las cuales están permanentemente en riesgo las
adolescentes de distintas maneras. Es mentira absoluta que la legalización del aborto
incrementa el aborto. Es absurdo. En realidad no es porque no tiene donde hacérselo que
la gente se cuida, sino que se sigue embarazando y haciendo abortos o teniendo niños
que no puede conservar. Segunda cuestión: hablando de las consecuencias psíquicas del
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aborto, el aborto para cualquier mujer es algo terriblemente lesionante.
Toda mujer en algún momento de su vida se pregunta si los embarazos que abortó
podrían ser hijos. Esto forma parte de la representación femenina, y en la mayoría de las
mujeres hay un sufrimiento muy grande en el aborto, más allá de lo legal o ilegal. Y
esto es algo que se mistifica y se oculta.
Lo ocultan los sectores feministas, a veces, porque no quieren reconocer que el
aborto es algo lesionante, que más allá del derecho al aborto está el sufrimiento que
implica. Y lo ocultan quienes no quieren legalizarlo porque tratan de plantear que la
legalización desculpabiliza, como si esto fuera tan simple como un problema de ley. Y
se confunden dos cosas: la ley exterior con la ley interna. La ley interna y la ley exterior
tienen poco que ver a veces.
Todos saben perfectamente que la evasión de impuestos no produce culpabilidad
en la sociedad argentina. A lo sumo, puede producir miedo a ser detectado. Por otra
parte, cosas que no son penalizadas producen culpa. Por ejemplo, el usufructo de la
riqueza puede producir culpa. Porque la culpa y la angustia persecutoria ante la ley no
son simétricas, sino que están dadas por las posibilidades que tiene cada ser humano
con respecto al propio código moral que armó. A nadie se le hubiera ocurrido que
transgredir ciertas leyes de la dictadura le producía culpa. La relación entre culpa y
legalidad no es tan directa como pretenden mostrar quienes plantean la no legalización
del aborto.
Incremento de abusos
En los últimos tiempos se ha incrementado enormemente la denuncia del abuso.
Pero cabe preguntarse: ¿se ha incrementado el abuso o se ha incrementado la denuncia?
Una de las cuestiones que se plantea es si este incremento es efecto de una pérdida de la
moralidad general de la sociedad. Es indudable que va acompañando la noción de
infancia; la pérdida del respeto por la infancia. Hoy gran parte del turismo sexual es
turismo paidófilo. El turismo europeo va a Malasia y viene a la Triple Frontera para el
ejercicio de la paidofilia. Pero, al mismo tiempo, uno de los problemas que se ha
planteado es la gran cantidad de denuncias falsas que hay y la paranoización de la
sociedad. En las guarderías norteamericanas en este momento las maestras no quieren
cambiar a los niños porque corren el riesgo de ser acusadas de abuso; las maestras no
besan a los niños porque corren el riesgo de ser acusadas de abuso. Los niños no se dan
besos con los adultos en general porque está en riesgo la acusación de abuso. Y en la
sociedad argentina una de las cosas graves que está pasando es que hay acusaciones
falsas de abuso en casos de divorcio. Tema que tiene enormemente preocupada a la
gente que trabaja en minoridad y en general a los abogados que trabajan en todos estos
temas de familia, porque la cuestión es que, en la medida en que hay denuncia, hay
obligatoriedad de hacer los estudios. Y en la medida en que hay obligatoriedad de hacer
los estudios, hay inevitablemente procesos de traumatización de los niños. Si hubo
abuso, el niño está frente a un proceso muy traumático, y si no lo hubo se presentan,
entonces, procesos traumáticos también... catastróficos en los casos en que no ha habido
abuso. Con lo cual uno de los temas que se está discutiendo es cómo hacer el
diagnóstico sin que resulte una intromisión para el niño, y cómo hacer la exploración
previa para poder evitar en lo posible que sea traumatizante.
Silvia Bleichman, reconoce que el tema que hay que debatir no es si es correcta o
no es correcta la promiscuidad. Es si estos modos de relación con el otro no son formas
de desubjetivación de uno mismo, donde se pierde la posibilidad de pensarse como un
ser humano que puede amar a otro ser humano, en la medida en que el amor a uno
mismo es amor atravesado por el otro. Y a modo de cierre, incluye un párrafo de
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Zygmunt Bauman, del libro Amor líquido que dice: "Lo que amamos en nuestro amor a
uno mismo es la persona adecuada para ser amada. Lo que amamos es el estado o la
esperanza de ser amados, de ser objetos dignos de amor, de ser reconocidos como tales
y de que se nos dé la prueba de ese reconocimiento. En suma: para sentir amor por uno
mismo necesitamos ser amados".
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Bleichmar, Silvia. Violencia social, violencia escolar: de la puesta de límites a la
construcción de legalidades. Buenos Aires: Noveduc, 2008.
Ficha bibliográfica
Subjetividad en riesgo:
herramientas para su rescate
Reciudadanizar al sujeto
El objetivo de esta conferencia es ayudar a la producción de herramientas para
analizar la realidad actual y generar propuestas capaces de establecer un proyecto de
inclusión que pueda enfrentar los efectos devastadores que ésta ha producido sobre la
subjetividad. Para ella la autora considera necesario establecer una diferencia entre los
conceptos de "inclusión" e "incorporación", ya que las acciones no deben reducirse a la
incorporación de los jóvenes a la vida pública, sino también a su reinclusión.
Reinclusión implica -además de permanencia- la reciudadanización de los chicos y de
los sectores de los cuales ellos forman parte, es decir, los padres o aquellas personas que
los tienen bajo su cuidado.
En la actualidad, los nuevos modelos de reordenamiento de socialización de los
chicos no pasan solamente por la familia sino también por la forma en que la sociedad
civil reabsorbe los restos del despedazamiento que se ha padecido durante estos
últimos años.
Uno de los ejes para trabajar esto es la idea de lo traumático y qué lugar debe
dársele. Mediante la idea de traumatismo se hace referencia a la insuficiencia de las
herramientas para resimbolizar la realidad, o para poder producir, de alguna manera,
representaciones capaces de capturar la realidad cuando la subjetividad se ve
amenazada por la ruptura de significaciones previas que permitían su aprehensión.
Los modos del sufrimiento que nos aquejan
La primera cuestión consiste en repensar los tiempos que le tocan vivir a los
sujetos, los modos de sufrimiento, y los niveles de estrago por los que han pasado en
Argentina en estos años, para incluir nuevas herramientas que permitan enfrentar los
efectos devastadores que se vienen produciendo.
Richard Sennet, desarrolla la expresión "fatiga de la compasión" para dar cuenta
de una suerte de acostumbramiento al horror, que hace que un sujeto pierda capacidad
de respuesta ante el sufrimiento que presencia en otros seres humanos. Esto es algo que
ha ido ganando la vida cotidiana en la Argentina.
Las nuevas formas de subjetividad
El segundo punto que se aborda son las nuevas formas de subjetividad y las nuevas
formas de enlace -amoroso o de odio al semejante. ¿Qué significa esto? Que ha habido
cambios en los procesos de subjetivación y que esto acarrea nuevos modos de conducta,
en particular modos brutales de relación entre los chicos que antes sólo tenían lugar
como productos fantaseados o como deseos reprimidos, Por dar sólo algunos ejemplos:
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el hecho de que alguien lastime a un compañero, que alguien golpee a un profesor, que
un chico mate a sus compañeros (como en Carmen de Patagones), o nuevos modos
generales de la violencia que se manifiestan bajo formas despiadadas, incluso en la
realización de acciones delictivas; nuevas formas que dan cuenta de que estas acciones
no están sólo guiadas por la miseria material de quienes las ejercen, sino por el
resentimiento y el odio que han generado las frustraciones y promesas incumplidas que
sufrieron.
Por el otro lado, los nuevos métodos de enlace, en este caso ligador y no
destructivo, deben contemplar las formas diferentes con las cuales se establecen los
nexos de ensamblaje que reemplazan a las antiguas formas familiares, tradicionales, de
agrupamiento.. Hay hoy una enorme cantidad de niños que viven sólo con la madre o
sólo con el padre, con abuelos o con quienes se pueden hacer cargo de ellos. Por lo
tanto, el problema es recomponer el concepto con el que se articula la noción de
familia.
En razón de esto se debe comenzar a pensar que hay una enorme cantidad de
niños que no provienen ya de familias desintegradas, sino de nuevas formas de
agrupamiento, de las cuales se deben rescatar la función que cumplen y ayudarlas a
ejercer del mejor modo sus tareas. Familias con nuevas formas de organización,
familias integradas por grupos diferentes; rompiendo así con los viejos criterios de
familia integrada o desintegrada, que remiten a la forma clásicamente acuñada y se
tornan insuficientes ya de todos los ángulos para comprender la realidad.
Identidades en tránsito, familias en tránsito
En la sociedad argentina, es evidente que los procesos de pauperización han
producido también nuevos modos de ensamblaje. En los años cincuenta, los pobres se
casaban; hoy hay pobres pauperizados con carácter de marginación que forman familias
pasajeras. Así como hay identidades en tránsito, hay familias en tránsito. Entonces hay
gente que durante cierta época de la vida logra armar un núcleo que le permite
sostenerse, o niños que son sostenidos en ciertos núcleos, estos núcleos luego se
desarticulan y se arman otros, o no. Teniendo esto en cuenta, es preciso redefinir si un
niño tiene familia o no sobre la base de otros términos. Y es necesario para ello
recuperar el término de "filiación" que la antropología acuñó. Una familia no la
constituye una pareja estable -cuya relación sería de alianza-, sino que la constituyen dos
generaciones con cierta estabilidad en el ejercicio de sus funciones. Esto quiere decir
que, en la medida en que haya un adulto capaz de cuidar a un niño, y un niño capaz de
ser cuidado por un adulto, hay una familia. Así, familia significa alguien que respalde y
alguien que se siente respaldado; no en el sentido de la pareja, sino con una convicción
de asimetrías y responsabilidades. Es decir, que se estructuren los roles de tal manera
que permitan que aquel que respalda sea quien se siente responsable de la supervivencia
y desarrollo simbólico, de la evitación del sufrimiento del respaldado.
Inteligencia y cuidado de la vida
El tercer punto que se abordara tiene que ver con la relación entre inteligencia y
cuidado de la vida. Los modos de protección de la vida son modos que no están en
continuidad con la naturaleza, sino que toman a su cargo a la naturaleza. Los seres
humanos nacen sin montantes biológicos capaces de conservarlos con vida, algo que
desde el punto de vista neurológico se llama "fetalización", o que ha recibido el nombre
de "indefensión", y que ocurre tanto en la cría humana como en las de otras especies
animales.
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Esto pone de relieve que la única manera de aprender a preservar la vida se
sostiene en la antecedencia del saber del adulto sobre el saber del niño, lo cual es la
condición misma de la supervivencia inicial. El aprendizaje de la vida se produce, en
principio, por transmisión de otro humano. La información genética es absolutamente
insuficiente e incorrecta para la vida humana; es decir, es correcta para la vida animal
del ser humano, pero no para la vida humana del ser humano.
La humanización es perturbación de la función: no solamente es comer, sino
comer dentro de ciertas condiciones; no solamente es dormir, sino dormir dentro de
ciertas condiciones. Por eso el objeto transicional, la sabanita, la camita, el llanto
cuando se cambia a un bebé de lugar, todo lo que indica que la función está perturbada
es propio de lo humano. Esto, que parece una perturbación, es en realidad el origen de
la vida simbólica. Un ser humano que no tiene esas perturbaciones está reducido a la
animalidad. Es precisamente esta perturbación la que abre todas las vías de la vida
social.
Lo interesante del ser humano es que el sentido de la vida no está en la biología,
sino en el otro que considera que tiene enfrente a un ser humano. Los seres humanos
antropomorfizamos algo que, siendo del orden de la naturaleza, mediante y por esa
antropomorfización es introducido en el orden de la humanización; esto es lo que hacen
las madres con los bebes y lo que permite que se empiecen a establecer representaciones
que no son puro reflejo de la realidad. Lo que caracteriza a la inteligencia humana no es
la capacidad de manipular objetos, como le pasa a la inteligencia animal. El ser humano
no sólo manipula códigos, sino que los crea; no sólo manipula objetos, sino que los
crea, aun cuando no tengan ninguna viabilidad en lo real, sino como objetos que, siendo
producto de la imaginación, al ser transmitidos forman parte de esa realidad tan particular que constituye la cultura.
Esta explicación sirve a los efectos de plantear que el ser humano no solamente
tiene una inteligencia capaz de manipular lo real, sino de producir nuevas realidades.
Por lo tanto la inteligencia se construye en una antecedencia del otro. Y no se constituye
para que el ser humano pueda simplemente mantenerse con vida, sino para que esa vida
tenga un sentido.
Esto lleva al tema de la vida y su defensa. Es necesario, para sentir que se vive,
poder decir que alguien lo amó, ya sea Dios o alguna persona -la mamá, el papá, el tío,
alguien-. Esto conlleva la cuestión de que el sentido de la vida no está en su totalidad,
sino en la posibilidad de pergeñar algún tipo de pasado y de futuro, se va constituyendo
en su sentido y va variando de sentido. Pero lo fundamental es que la vida humana no
es pura inmediatez ni permanencia cotidiana, es posibilidad de proyectar un futuro. Esta
es la diferencia, entre "tiempo por delante" y "futuro". Y el problema es que existen hoy
generaciones enteras que tienen "tiempo", pero no "futuro".
El cuidado de la vida no puede estar exento del sentido de la vida
¿Cómo se le plantea a alguien el cuidado de la vida sin retransmitirle un sentido
de la vida y sin replantearle un futuro?
Decirle a un ser humano que tiene que estudiar porque está trabajando para tener
trabajo es contradictorio con darle un sentido a la vida. Porque lo que se le está diciendo
es que su vida sólo vale para ser conservada en sí misma, y no para producir algo
diferente. Si a un ser humano se le dice que lo único que importa de todo lo que está
haciendo ahora es prepararse para seguir viviendo, se le esta hablando a un esclavo y no
a un ser humano. Los seres humanos tienen que sentir que lo que hacen tiene algún
sentido que excede a la autoconservación.
No se le puede plantear a un ser humano que el sentido de su vida está en ganarse
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la subsistencia, porque eso no es el sentido de ninguna vida. El sentido de conservar su
vida es para producir un país distinto en donde puedan recuperar los sueños. Y la
escuela es un lugar de recuperación de sueños, no solamente de autoconservación.
De la desubjetivación a la re-subjetivación
Dos conceptos son preocupantes y son los de desubjetivación y de resubjetivación.
En la actualidad en la Argentina hay identidades transitorias: es decir, que la gente es
durante un tiempo algo y después deja de serlo. Es sociólogo durante un tiempo y
después taxista. Hay una suerte de reconversión de identidades; por eso hay procesos de
re-subjetivación espontáneos.
La escuela es un lugar indudable de inclusión y re-subjetivación. Subjetivación
quiere decir formación del sujeto. Quiere decir herramientas, no para la producción,
sino para la socialización.
La pregunta es: ¿qué tipo de sujeto se quiere formar, para qué tipo de país, en los
próximos años?
De algún modo, los planes educativos actuales no dejan lugar para la fantasía, para
el vagabundeo psíquico creativo. Cuando se propone "este año hay que cumplir tantos
objetivos", no se tiene en cuenta la diferencia entre producción de conocimientos -que
siempre requiere imaginación creativa- y atiborramiento de información. Mientras, los
padres se mueren, los chicos se drogan, toman alcohol. Por eso se esta redefiniendo qué
lugar se le va a dar al proceso de re-subjetivación en la formación escolar.
Pero lo importante es que, en la escuela pública, el otro sigue siendo alguien por
quien preocuparse, y por eso sucede que los maestros pasan a la desesperación. Claro
que, cuando aparece la abulia, el aburrimiento, la falta de ganas de ir a trabajar, el
exceso de uso de faltas..., eso ya no es solamente un problema de incumplimiento de
legalidades, sino de falta de creencia en la perspectiva de la tarea que se está realizando.
De manera que la idea no es solamente debatir con los alumnos y con los docentes
este proceso, sino también que cada uno encuentre un lugar en el cual repensarse en el
sentido de su propia tarea, que es, en última instancia, el único sentido que tiene la
propia vida.
¿Qué quiere decir “un sujeto”?
En primer lugar, un sujeto es alguien que conoce, pero además alguien consciente
de su propia existencia. El ser humano es el único que se pregunta por su propia vida y
por el sentido de su vida. La reducción del sujeto a su vida biológica es de alguna
manera el despojo no solamente del trabajo, o de la identidad, sino de la subjetividad,
de poder producir algún sentido para la vida.
A partir de esto, el sujeto conoce que está ante el mundo y se plantea enigmas.
Conocer no quiere decir tener información, sino quiere decir producir hipótesis.
Acá entra una cuestión importante: en la Argentina nadie sabe ya cómo manejar tanta
información. La formación escolar tiende a un exceso de información que en realidad
obstaculiza la posibilidad de producción de conocimientos. Esto se relaciona con ese
temor de padres y también de maestros de que los niños se caigan de la cadena
productiva. Con lo cual, se esta repensando el sentido de la educación en el marco de
esta subjetivación.
Lo normal no es necesariamente lo saludable
Lo normal hoy no es lo saludable. Algo que caracteriza a los jóvenes en la
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actualidad es que, en la medida en que hay un déficit en la posibilidad de constituirse
como sujetos de futuro, los captura la inmediatez. Y nuestra sociedad ha producido una
diferencia entre felicidad y placer obtenido. La mayoría de la gente se atiene a goces
más básicos y no tiene capacidad de felicidad. Ni siquiera los que tienen recursos,
porque la felicidad es otra cosa: es una sensación de confort con uno mismo que incluye
también al otro, que implica un proyecto y que implica cierto nivel de trascendencia.
Según Bleichmar no se puede buscar el sentido de la vida en la muerte. Hay que
establecer una diferencia: cuando se busca el sentido de la vida en la muerte es porque
se busca la trascendencia; un soldado que va a la guerra siente que trasciende a través de
su propia muerte; una persona que dona su vida a una causa noble se siente
trascendiendo; una persona que se rehusa a vivir siendo quien no es, busca conservar su
propia identidad. Por ejemplo, hay gente que ha elegido morir para no traicionar, y así
ha elegido la autopreservación de la identidad contra la autoconservación biológica.
Volviendo al concepto de sentido, no hay que confundir la pérdida del deseo de
vivir con la búsqueda del sentido a través de la muerte. (Hay casos en que esto sucede,
como en prisioneros de campos de concentración, donde el suicidio era la única manera
extrema de negarse a la voluntad destructiva del otro, pero son situaciones extremas.)
Cuando alguien se mata en una ruta, no está buscando la muerte, sino llegar rápido, y
cuida poco la vida. Uno de los prejuicios que ha quedado es la idea de una suerte de
intencionalidad inconciente, donde alguien busca siempre su destrucción. Esto no es
cierto: los chicos que fueron a Cromañón no buscaban su destrucción, pero indudablemente no tenían herramientas suficientes para defender su vida, y no creían en la
posibilidad de hacerlo, por eso aceptaron las condiciones infames en que se produjo el
recital -sin descuidar el hecho de que los jóvenes pueden, perfectamente, sostener la
creencia de que es el otro el que tiene la obligación de preservar su vida, incluyendo en
esta obligación a las autoridades y organizadores-.
Por eso es tan importante recomponer la noción de futuro para que la vida tenga
sentido, y no confundir formas de no preservación de la vida con búsqueda de la muerte,
que son muy diferentes. Es importante no estigmatizar a los chicos diciendo que se
quieren matar; se les puede decir que muchas veces parecería que no saben que su vida
es valiosa para alguien, y entonces la cuidan poco.
Es necesario recomponer lazos de solidaridad
La ruptura de lazos solidarios en la Argentina es algo que está atravesando a todo el
mundo, que forma parte de la desubjetivación. La ruptura de los lazos solidarios, hace
referencia a que sólo se da lo que sobra. La solidaridad no es solamente dar lo que a
uno le sobra: la solidaridad es poder privarse de algo de uno mismo, y no solamente
dinero u objetos, sino también tiempo y capacidad de escucha. Se ha perdido esa idea en
la Argentina y se ha confundido solidaridad con caridad. Hay que recomponer el
concepto de solidaridad.
Finalmente es necesario saber que, cuando un niño hace una pregunta que no se
puede responder, se debe elaborar una respuesta que sea tan auténtica como respetuosa:
No se debe responder cuando no se tiene las palabras, ni huir porque no se tiene las
palabras. Es preciso demostrarle al otro que hay posibilidades de mora en la
representación de algo, y en ese caso hay que enseñarle al otro la posibilidad de pensar.
Enseñarle que uno no tiene todas las respuestas, sino que las construye a partir de los
nuevos modos que la realidad le trae, y proponerle no sólo respuestas, sino un verdadero
modelo de pensar los interrogantes.
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La protección de los niños y jóvenes
Sexualidad y puntuación
Resumen:
La protección de niños y jóvenes. Sexualidad y pautación.
(Conferencia) La expositora parte de reconocer que en Argentina
existe una tendencia a concebir el ejercicio de la asimetría como el
ejercicio del poder en forma autoritaria o despótica. Considera que
es preciso volver a la asimetría en el sentido estricto del término
que implica responsabilidad y cuidado de padres, instituciones,
directivos, gobernantes con respecto a los niños y jóvenes.
Fundamentalmente esta asimetría debería orientarse a cuestiones
referidas a la transmisión de conocimiento y a la pautación.
Analiza la imposibilidad o las dificultades que tienen los niños y
adolescentes para procesar el exceso de información y de
demostración de la sexualidad que reciben de los medios en
general y de la TV en particular. Profundiza en torno a las
consecuencias que esto genera tales como: la desconstrucción de
la noción de semejante, la ruptura de los enlaces o vínculos con
los otros, la formación o profundización de patologías entre otras.
Plantea que una de las cuestiones a enfrentar es cómo resolver
esta problemática y la pautación a asumir. Al respecto Bleichmar
invita a ayudar a niños y jóvenes a recomponer su
reciudadanización, es decir su condición de seres subjetivados en
el interior de una sociedad que los reconozca.
La asimetría es una cuestión de responsabilidad
La cuestión de la asimetría preocupa no solamente en relación con los jóvenes, se
está planteando como preocupación en todos los modelos. Cómo no ejercer el
autoritarismo y al mismo tiempo no generar una simetría en la cual quienes tienen que
ser responsables no se hacen responsables, como si hubiera un temor de que al ejercer la
asimetría se ejercieran modelos autoritarios, cuando la asimetría lo que implica son
formas de responsabilidad y no formas de autoridad.
En última instancia, la asimetría se basa en funciones y no en el poder de quien la
ejerce. Es preciso salir de la idea de que la asimetría está determinada por el poder y no
por las funciones. Al menos en las prácticas más cotidianas. Y tratar de que se vaya
instalando esto en toda la sociedad argentina como criterio. Que el problema es la
responsabilidad, en particular de los padres, de las instituciones, de los directivos, de los
gobernantes y no el poder que se ejerza, porque poder y responsabilidad pueden ser
absolutamente opuestos. Ya se sabe que el poder puede ser utilizado para
desresponsabilizarse. En última instancia, se conoce el caso de que el autoritarismo más
brutal ha sido ejercido a veces por padres que no pueden desempeñar sus funcione de
responsabilidad y de cuidado de la cría. O que ejercen de manera despótica, tiránica,
no la paternidad, sino el poder en el interior de los grupos en los que participan -al decir
grupos la autora se refiere a familias, con las formas que puedan presentar-, pero en los
cuales es característica la imposibilidad de estructurar legalidades en las cuales se
incluyan adultos y niños, ya que esta supuesta legalidad está determinada
fundamentalmente por la arbitrariedad.
Hay que volver a la asimetría en el sentido estricto del término, que implica
responsabilidades. En la Argentina, a partir de los modos en los que se ejerció el poder
despótico durante muchos años, hay una cierta desvalorización de la asimetría. Este es
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un tema central en la transmisión de conocimientos y en la pautación.
La asimetría también se tiene que sostener en una diferencia de saber, no de
poder. Y uno de los problemas que se han visto es que muchas de las cuestiones que se
plantean los muchachos o las chicas -los adolescentes- no tienen respuesta porque los
adultos mismos se sienten a veces desconcertados y perciben que las herramientas que
traen generacionalmente para enfrentar los nuevos fenómenos son herramientas
insuficientes desde todo punto de vista. Desde el punto de vista de las nuevas
tecnologías y los nuevos conocimientos que se han desplegado, y desde el punto de
vista de las nuevas formas de las relaciones sociales.
La cuestión central no radica en la falta de información, sino en la dificultad para
procesarla
La autora decide tratar algunos problemas relativos a la sexualidad infantil y
adolescente. Al decir "problemas" se refiere a algo que se plantea no como del orden de
lo capturable, de lo resoluble, sino del orden del conflicto permanente en el interior de
la sociedad. Por un lado, la problemática ha variado. La cuestión central, no radica en la
falta de información, sino en la imposibilidad de procesarla.
Silvia Bleichmar cita el ejemplo de un niño de siete años, que le explicó
largamente cómo era un coito, con todos sus detalles. Cuando terminó, le dijo: "¿Vos
sabes que así se hacen los chicos?" Y el respondió: "¡No me digas!, ésa es la que no me
sabía". Nunca había juntado procreación o reproducción y sexualidad. La sexualidad
que él veía por televisión estaba -o la información que manejaba, o los elementos que
circulaban- al margen de la cuestión reproductora. Con lo cual, de alguna manera, se
estaba planteando ahí algo muy interesante, que es la disociación entre reproducción y
sexualidad que atañe hoy al conjunto de la sociedad, en la medida en que se está frente a
un salto tecnológico donde se puede evitar la concepción por un lado, y por otra parte se
puede engendrar sin tener relaciones sexuales -esto aparece también en las formas de
representación que tienen los niños y los adolescentes-. De manera que una de las
cuestiones que se deben enfrentar es cómo y de qué forma enfrentar este conflicto entre
la libertad sexual de los adolescentes y cierta pautación que, en nuestra sociedad,
parecería conducir a situaciones que son de promiscuidad, de maltrato y de automaltrato, de descuido consigo mismos.
La sexualidad humana tiene poco que ver con la sexualidad animal
La primera cuestión que está clara es que la sexualidad humana tiene poco que ver
con la sexualidad animal. Es una sexualidad que no se rige por ciclos, como la
sexualidad animal; que no se rige por instintos, y que, en todo caso, cuando se produce
el desarrollo de la sexualidad puberal, ya está todo el terreno ocupado por fantasías que
se vienen gestando desde hace muchos años.
En el momento en que se desata lo que se podría llamar el instinto, desde el punto
de vista biológico, cuando los chicos tienen diez, once, doce años, ya en ese momento
la cabeza está totalmente atravesada por representaciones a las cuales el niño ha sido
lanzado prematuramente, por el hecho de vivir en la cultura. En particular hoy se
dispone de una cultura donde la información circula muy velozmente.
En la actualidad hay una antecedencia del conocimiento en los niños con respecto
a sus posibilidad des de ejercicio de la sexualidad. Esto produce problemas muy serios.
Problemas muy serios quiere decir que una enorme cantidad de niños está recibiendo
información para la cual no están preparados simbólicamente.
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El exceso de exhibición lanza a los niños hacia tareas que no pueden enfrentar
El exceso de mostración que ofrece la televisión produce niveles de cortocircuito
muy altos en los niños, porque los somete a enigmas permanentes. Se trata de
“enigmas” en el sentido de que los somete a situaciones que no son resolubles desde el
punto de vista de las representaciones con que cuentan.
El hecho de que la familia entera se reúna ante un programa que parece inocente,
donde lo que se muestra es cómo los fuertes se ríen de los débiles o los someten a
bromas pesadas, es algo brutal; porque se sabe que, salvo excepciones honrosas, uno de
los problemas más serios que tiene en este momento la sociedad argentina es que la
producción de subjetividad ha quedado en manos de los medios y no de las instituciones escolares. Esto significa que quienes moldean a los sujetos que se van a incluir en
la sociedad son, en gran parte, los medios, y en particular la televisión, que ofrece los
modelos, los paradigmas, los iconos sobre los cuales se producen las identificaciones.
Gran parte de los niños lo que reciben como modelo de constitución de la
subjetividad son los modelos del egoísmo, los modelos de que lo "canchero" consiste en
burlarse del débil y no hacerse cargo solidariamente. Un ejemplo de lo expuesto lo
constituyen ciertas propagandas. Es muy interesante cómo en la publicidad se está
planteando más que la venta del producto, un modelo para pensar.
Por otra parte están todas estas escenas donde, fundamentalmente en la ingesta, lo
que aparece es el egoísmo. Habrán visto la del sapo que está en la panza y que agradece
que el chico no convide, tomando aquella frase de "el que come y no convida tiene un
sapo en la barriga". Bueno, el sapo esta encantado de estar en la barriga recibiendo el
chocolate. Con lo cual, se puede decir, entonces, que a lo que se asiste no es solamente
a un proceso de exceso de mostración de la sexualidad, sino también de
desconstrucción de los lazos hacia el otro.
En la sexualidad la relación es con un otro que no es sólo un cuerpo
Si hay algo que refleja la televisión, más que el problema de la sexualidad -que por
supuesto es excesivo y brutal y arma un lío espantoso en la cabeza de los chicos-, es el
tema central del anonimato y de los treinta minutos de fama, y la perdida de referencia
al otro, como otro. Y uno de los problemas del ejercicio actual de la sexualidad es si
está ligada o no está ligada en la relación a un otro concebido como un otro subjetivado.
No importa que sea para toda la vida, no importa que sea con el novio o con un amigo.
La autora está hablando de si hay reconocimiento de que, en la sexualidad, el
cuerpo está en relación con otro que, además de ser un cuerpo, es otro, otro provisto de
subjetividad, otro subjetivado, considerado como un sujeto y no sólo como un objeto de
goce. Lo que le preocupa de los modos de la promiscuidad que emergen es no que sean
sólo los que conducen a un problema "moral", sino ético, que radica en la devastación
que se pone de manifiesto con respecto al enlace al semejante. Vale decir que esto se
puede expresar de múltiples maneras. El otro puede ser simplemente un medio para mí
y no otro, y es en función de ello que se ve obligada a redefinir la perversión como el
ejercicio del goce sobre el cuerpo del otro desubjetivado.
Esto por supuesto plantea que la perversión se puede dar en el interior de una
relación heterosexual o de una homosexual; y ni hablar de que el abuso es el modelo
mismo de la perversión, en la medida en que el abuso es la apropiación del cuerpo del
niño como lugar de goce del adulto, sin tener en cuenta el nivel de daño que se ejerce
sobre aquel en el cual se está produciendo la acción.
La impreparación del niño para la sexualidad genital
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El problema del abuso infantil es que, biológicamente y representacionalmente, el
niño no está preparado para la sexualidad genital. Es decir: el niño no puede encontrar
los modos de resolución de descarga que tiene la sexualidad genital del adulto. Por eso
el niño se pone hiperkinético, se desorganiza, pierde posibilidad de resolución, porque
en el adulto el encuentro sexual es siempre aliviante si es logrado. En el niño no hay
posibilidad de que el encuentro sexual sea aliviante, sobre todo antes de que se hayan
desatado las posibilidades correspondientes del desarrollo biológico. El problema
central hoy está dado, no por la relación sexual al otro, sino por el marco en el cual esta
relación se instituye.
No es el caso de los adolescentes, de los cuales se sabe que, si se está ante una
pareja de adolescentes que tienen una relación de afecto y de respeto, y mantienen
relaciones, el nivel de cuidado que se debe tener remite a que no hagan cosas que los
puedan poner en riesgo, dañarlos. Pero sí se enfrentan a situaciones de maltrato mutuo y
de pérdida del enlace subjetivo al otro, se tiene un problema que está más allá del problema de la sexualidad, aunque se exprese en ésta, en razón de que emplea, hace uso del
cuerpo del otro al margen del sujeto que lo sostiene.
Por ejemplo, se habla mucho hoy sobre si los encuentros de los púberes o de los
adolescentes, en lugares en donde se tocan y donde tienen relaciones ocasionales, es un
equivalente al juego sexual infantil. Claramente no lo es. En primer lugar, el juego
sexual infantil se caracteriza porque no es genital. Los niños juegan a mostrarse o
juegan a tocarse, pero lo que hacen es un remedo de la relación del adulto. De modo tal
que, cuando se trata de juegos sexuales que implican genitalidad, se está ante niños que
no están haciendo juegos sexuales. Ni hablar si hay un niño más grande con un niño
más pequeño; ahí se está hablando de situaciones de abuso. Este es un tema
importantísimo hoy. Porque el abuso se puede producir en el interior de una misma
generación cuando lo que está en juego es una asimetría de poder, sea físico o
intelectual. Vale decir que se pueden ver en los colegios situaciones de abuso entre los
niños de los últimos grados de primaria y los niños de secundaria.
Lo que caracteriza al abuso, fundamentalmente, es que implica la humillación y el
escarnio de quien lo sufre. Esto es lo que marca la diferencia entre el consenso y el
abuso, si bien, en el problema del consenso, se abre otra cuestión que es si la asimetría
de poder de alguien no implica al mismo tiempo una convocatoria a la cual es difícil
sustraerse, aunque no se tenga el riesgo que se tiene cuando hay un poder real.
En el 1500, después del Concilio de Trento, frente a una serie de acusaciones de
corrupción en la Iglesia, se dictó un decreto papal que fue contra el pecado de
solicitación. ¿Qué es el pecado de solicitación? Hasta ese momento, algunos sacerdotes,
a las mujeres en el momento de la confesión, cuando estaban hablando de sus fantasías,
las solicitaban para actos sexuales. Eso se llamó "pecado de solicitación". Lo que
planteaba era que las víctimas estaban en una condición de minusvalía con respecto al
victimario que las solicitaba. Y, por otra parte, ponía de relieve que el hablar de la
sexualidad puede constituir una forma de excitación.
La comunicación con el otro y la búsqueda de respuestas
Una de las cuestiones que aborda la autora es cómo se debe hablar de ciertos
temas y cómo el hablar de ciertos temas convoca, de alguna manera, una cierta
fraternización con los chicos, en el sentido de que, si se habla su mismo lenguaje, se
logra llegar al otro. En primer lugar, no es verdad que uno se acerca al otro porque
hable su mismo lenguaje. Uno se acerca al otro porque entiende lo que el otro le está
planteando. No pasa por la forma en que uno lo diga, pasa por la forma en que uno lo
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entiende. Pasa por el sentido que se le da. Muchas veces, el déficit del leguaje está
dado por la imposibilidad de entender lo que el otro está formulando y no por la
diferencia generacional de lenguaje.
Se ve a gente hablar con el lenguaje de los adolescentes y en realidad no
comunicarse. Es una pseudo-comunicación. El problema está en si uno es capaz de
recibir el mensaje que el otro está trayendo. Se sabe que el comienzo de la
comunicación está en el llanto. El niño llora, pero no llora para llamar a nadie, sino que
llora porque es una forma, con la cual se manifiesta el displacer en la cría humana. No
está llamando a nadie, al menos en los comienzos de la vida. Simplemente, frente a algo
que le produce dolor, llora. Ante esto viene el otro, el adulto, la madre, quien fuera, y
responde. A partir de ese momento, el llanto se convierte en comunicación. Es la
posibilidad de que la acción de uno despierte una respuesta en el otro lo que genera la
comunicación.
Uno de los problemas serios que se percibe en este momento es que hay toda una
tendencia en un sector de la pedagogía americana, de dejar al niño llorar y no responder
y no levantarlo. Lo cual en realidad lo que hace es anular los mensajes. Anula la
posibilidad de interacción, anula la posibilidad de comunicación. En una filmación
presentada por un colega neurólogo, aparecía un bebé llorando y la mamá no lo miraba.
Durante los primeros minutos lloraba más fuerte y después de un rato, empezó a mirarla
mientras gritaba y, como ella no respondía, dejó de llorar, y de mirar. Lo que se estaba
tratando de comprobar era la función comunicacional del llanto y cómo se genera el
repliegue del sujeto.
Esto se observa también en la protesta. Si la protesta no recibe respuesta, se agota.
SÍ recibe represión, se incrementa. Por supuesto produce miedo, pero genera una
sensación de que el otro, aunque sea violentamente, esta oyendo lo que uno dice. La
protesta, cuando no recibe ningún tipo de respuesta, es vivida como desconocimiento y
descalificación. Esto es algo que apareció muy claramente en la gente que ha escrito
sobre el tema de los campos de concentración. La comunicación se establece a partir de
que uno siente que su acción determina algo en el otro. Si la acción de uno no determina
nada en el otro, lo que se produce es una desesperanza muy intensa y una sensación de
que uno ha dejado de ser humano para el otro. Se lo puede ver muy bien en algunas
patologías infantiles graves de niños, donde el problema no es que no se los cuide, sino
que no se les responde.
No enfrentamos una crisis, sino los efectos de un proceso de desmantelamiento
nacional
La noción de crisis implica crisis y salida. La autora se refiere al caso particular de
la Argentina y expresa que padece los efectos de un proceso de desmantelamiento
nacional. Y en la medida en que se padecen los efectos de un proceso de
desmantelamiento nacional, hay que recomponer todo. Hay que recomponer la subjetividad, hay que recomponer la identidad nacional, hay que recomponer la relación al
semejante, hay que recomponer la cultura del trabajo, y hay que recomponer la cultura
de estudio. Silvia Bleichmar explica por qué es problemático lo de los programas de
treinta minutos de fama. Es un modo más de destruir la cultura del estudio y del trabajo.
Genera la ilusión de que la única inserción posible está dada por ese fugaz momento en
el que uno accede a ser visto.
Porque el problema en la sociedad actual es que somos poco vistos por el otro.
Con lo cual, para poder ser vistos, hay que ocupar ese lugar. En segundo término,
suponiendo que alguien lo haya logrado, que un chico logre los treinta minutos de
fama, el resto de su vida va a ser "el que estuvo ese día con Tinelli".' Allí hay una
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coagulación de identidad falsa, alienada, producida alrededor de esto que tiene que ver
con que el sujeto queda cristalizado en el presente y no tendido hacia el futuro.
Imaginen la gravedad que tiene en un niño o en un adolescente. Con lo cual se asiste
permanentemente a formas de arrasamiento sobre las cuales se tendría que abrir debate.
Los límites para la protección de los niños y jóvenes
Hay que dejar a un lado varios prejuicios. Por ejemplo, la idea de que las chicas se
embarazan porque no se cuidan. No es verdad. Gran parte de las adolescentes
marginales se embarazan porque lo único que pueden tener propio es un niño, y porque
quieren darle a alguien lo que ellas mismas no tienen. Es como si el sentimiento de
orfandad se paliara en la fantasía de un bebe. Se está ante una cuestión que radica en el
sentimiento de orfandad y no en la sexualidad.
No se sabe cuál es el límite de la protección en la sociedad actual. Si se hablara de
los límites de esa protección, se tendría que encerrar a los chicos. Y así y todo, no se
estaría seguro de que no pudiera entrar alguien a hacerles daño. La sociedad se
paranoiza totalmente, generando permanentemente modos de protección que hacen
recordar a la época de la guerra fría, cuando se hacían refugios nucleares. Había gente
que creía que podría sobrevivir en un refugio nuclear, cuando, si llegaba a haber una
guerra atómica, no quedaba adonde salir por cien años. Uno iba a morir adentro del
refugio nuclear.
Volviendo entonces a la cuestión de la sexualidad, el problema no está en la
información que se brinda -solamente en algunos casos hay que dar información o
preservarlos-, sino ayudarlos a procesar nociones de relación con el otro que implique la
posibilidad de la permanencia de los enlaces. Hoy hay una enorme cantidad de chicos
que no se plantea formar parejas a largo plazo. Pero no se plantea formar parejas a largo
plazo porque no hay nada a largo plazo. No hay trabajo a largo plazo, no hay geografía
a largo plazo.
También hay cantidades permanentes de migraciones; son las de los trabajadores
golondrinas intelectuales del país. Arquitectos, ingenieros, abogados, médicos que se
desplazan. Economistas que forman parte de compañías que los mandan hoy acá y
mañana allá. Con lo cual hay una verdadera deconstrucción de los enlaces que lleva
cada vez más a que los seres humanos se sientan poco relacionados con el otro. Por eso,
una de las cuestiones interesantes de todo esto es si se va a poder trabajar con la idea de
que mientras se permanece en un lugar se tiene que establecer vínculos, duren lo que
duren esos vínculos. Se trata de la posibilidad de que no se produzca un incremento de
la patología que en este momento tiende al aislamiento y a la ruptura del enlace con el
semejante.
Afortunadamente, la escuela todavía es un lugar de bastante permanencia, dentro
de ciertas circunstancias. Pero hay sectores, entre los sectores más castigados de la
sociedad, que no tienen mucha garantía de cuánto tiempo van a permanecer en cada
lugar en el que están. Incluida la escuela. No saben cuánto van a permanecer, no saben
si van a perdurar, no saben si van a lograr cierta estabilidad. Esto lleva a todo lo que se
conoce como agravamiento de patologías de todo tipo, desde alcohol y droga hasta el
incremento de la patología sexual. Y con patología sexual se alude a las consecuencias
de la promiscuidad: aumento del sida y aumento del aborto. Aumento del aborto hace
referencia a las condiciones con las cuales están permanentemente en riesgo las
adolescentes de distintas maneras. Es mentira absoluta que la legalización del aborto
incrementa el aborto. Es absurdo. En realidad no es porque no tiene donde hacérselo que
la gente se cuida, sino que se sigue embarazando y haciendo abortos o teniendo niños
que no puede conservar. Segunda cuestión: hablando de las consecuencias psíquicas del
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aborto, el aborto para cualquier mujer es algo terriblemente lesionante.
Toda mujer en algún momento de su vida se pregunta si los embarazos que abortó
podrían ser hijos. Esto forma parte de la representación femenina, y en la mayoría de las
mujeres hay un sufrimiento muy grande en el aborto, más allá de lo legal o ilegal. Y
esto es algo que se mistifica y se oculta.
Lo ocultan los sectores feministas, a veces, porque no quieren reconocer que el
aborto es algo lesionante, que más allá del derecho al aborto está el sufrimiento que
implica. Y lo ocultan quienes no quieren legalizarlo porque tratan de plantear que la
legalización desculpabiliza, como si esto fuera tan simple como un problema de ley. Y
se confunden dos cosas: la ley exterior con la ley interna. La ley interna y la ley exterior
tienen poco que ver a veces.
Todos saben perfectamente que la evasión de impuestos no produce culpabilidad
en la sociedad argentina. A lo sumo, puede producir miedo a ser detectado. Por otra
parte, cosas que no son penalizadas producen culpa. Por ejemplo, el usufructo de la
riqueza puede producir culpa. Porque la culpa y la angustia persecutoria ante la ley no
son simétricas, sino que están dadas por las posibilidades que tiene cada ser humano
con respecto al propio código moral que armó. A nadie se le hubiera ocurrido que
transgredir ciertas leyes de la dictadura le producía culpa. La relación entre culpa y
legalidad no es tan directa como pretenden mostrar quienes plantean la no legalización
del aborto.
Incremento de abusos
En los últimos tiempos se ha incrementado enormemente la denuncia del abuso.
Pero cabe preguntarse: ¿se ha incrementado el abuso o se ha incrementado la denuncia?
Una de las cuestiones que se plantea es si este incremento es efecto de una pérdida de la
moralidad general de la sociedad. Es indudable que va acompañando la noción de
infancia; la pérdida del respeto por la infancia. Hoy gran parte del turismo sexual es
turismo paidófilo. El turismo europeo va a Malasia y viene a la Triple Frontera para el
ejercicio de la paidofilia. Pero, al mismo tiempo, uno de los problemas que se ha
planteado es la gran cantidad de denuncias falsas que hay y la paranoización de la
sociedad. En las guarderías norteamericanas en este momento las maestras no quieren
cambiar a los niños porque corren el riesgo de ser acusadas de abuso; las maestras no
besan a los niños porque corren el riesgo de ser acusadas de abuso. Los niños no se dan
besos con los adultos en general porque está en riesgo la acusación de abuso. Y en la
sociedad argentina una de las cosas graves que está pasando es que hay acusaciones
falsas de abuso en casos de divorcio. Tema que tiene enormemente preocupada a la
gente que trabaja en minoridad y en general a los abogados que trabajan en todos estos
temas de familia, porque la cuestión es que, en la medida en que hay denuncia, hay
obligatoriedad de hacer los estudios. Y en la medida en que hay obligatoriedad de hacer
los estudios, hay inevitablemente procesos de traumatización de los niños. Si hubo
abuso, el niño está frente a un proceso muy traumático, y si no lo hubo se presentan,
entonces, procesos traumáticos también... catastróficos en los casos en que no ha habido
abuso. Con lo cual uno de los temas que se está discutiendo es cómo hacer el
diagnóstico sin que resulte una intromisión para el niño, y cómo hacer la exploración
previa para poder evitar en lo posible que sea traumatizante.
Silvia Bleichman, reconoce que el tema que hay que debatir no es si es correcta o
no es correcta la promiscuidad. Es si estos modos de relación con el otro no son formas
de desubjetivación de uno mismo, donde se pierde la posibilidad de pensarse como un
ser humano que puede amar a otro ser humano, en la medida en que el amor a uno
mismo es amor atravesado por el otro. Y a modo de cierre, incluye un párrafo de
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Zygmunt Bauman, del libro Amor líquido que dice: "Lo que amamos en nuestro amor a
uno mismo es la persona adecuada para ser amada. Lo que amamos es el estado o la
esperanza de ser amados, de ser objetos dignos de amor, de ser reconocidos como tales
y de que se nos dé la prueba de ese reconocimiento. En suma: para sentir amor por uno
mismo necesitamos ser amados".
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